lunes, 11 de abril de 2016

Antes que todo


No quieren conocer a nadie, solo quieren que seamos igual que las imágenes que tienen en su cabeza de nosotros, solo quieren ver lo que piensan, y luego dirán que la culpa es nuestra cuando se decepcionan. Nadie quiere ver más allá, quieren saber lo mínimo, pero no sé cómo piensan conectar con alguien si no sabes nada de ella. Viven en la atracción que nunca atrapa, en la certidumbre del hasta aquí todo va bien, del miedo porque importe demasiado. Luego se quejan por no tener pero no saben tener, no saben darle valor a las cosas antes de perderlas, no saben. Inundan la vida de otros de tristeza, quiebran cualquier intento de sonrisa, parece que les gusta hacer que todo salga mal. Y sale.

Después estás tú que eres experta en romper equilibrios, que siempre quieres llegar más lejos, que no te importa nada complicarte. Que sabes darle el valor justo a las cosas, que te enamora más una sonrisa que un beso, un abrazo que un polvo, un que no te dejen sola a que te llamen cuando se sienten solos. Que distingues el amor de la amistad aunque seas excesiva en ambos, que no te importa rectificar que si pides perdón no lo vuelves a hacer. Luego estás tú que inundas la calle de felicidad por las mañanas, por las tardes, por las noches, que te dejas cuidar y no significa flaqueza, que sabes apoyarte en quién te quiere.

Pero no, me llevo equivocando un rato, no estás ni después ni luego, estás antes que todos, que todas, que todo. 

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