lunes, 8 de diciembre de 2014

Aunque tú no lo sepas.

Aunque tú no lo sepas, yo te quiero muchas más veces de las que me quieres tú, que pienso en ti mientras vuelvo a casa borracho intentando solucionar el quebradero de cabeza de la rutina, intentando hacer desaparecer todos los espacios y los lapsus de tiempo entre los dos. Intentando borrar todos los paréntesis que ponemos entre que me voy y vuelvo a llegar. No tengo ni idea de que es esto, pero algo en lo que tú participas no puede no ser hermoso.

No hay más que nosotros intentando sobrevivir a una guerra de sonrisas, y es que si me vuelves a sonreír me dejo convencer de cualquier cosa. Te prometo que me quedo hasta que tú quieras o hasta que tú dejes de querer. Hasta que nos llegue la hora maldita anterior a la nostalgia y te eche de menos por estar a mi lado y no por no estarlo, hasta que todos los amaneceres dejen de pedirme que te quedes y que haga lo imposible porque te despiertes conmigo, para que haga lo imposible por la chica que no deja a ningún imposible vivo. Para ser el único desastre de la chica de los desastres.

Aunque tú no lo sepas estoy dispuesto a que no embargue la pasión la rutina, a dejarnos de mentiras y de preámbulos y empezar a comerte más y no jugar tanto con la comida.

Y nada, solo quería decirte que aunque tú ya lo sepas que te echo de menos.

                                   @Iagocampa iagocampa.blogspot.com.es/  Iago de la campa

domingo, 1 de junio de 2014

No quiero que no estés

Nos preguntamos que no queríamos…

-No quiero pasos que no me lleven a tu casa, no quiero gotas que te resbalen por la mejilla que salgan de tus ojos, no quiero desvestirme sin pensar en ti. No quiero esquinas que no cambien nuestros ángulos, no quiero descontrolarme si no eres tú quien me va a frenar… o a seguir impulsando. No quiero arreglar tardes sin besos urgentes tras el sonido de mi puerta cerrándose, no quiero películas repetidas sin tus tramas paralelas, no quiero sonreírle a nadie. No quiero más bostezos con abrazos, ni más paradas de bus, ni más recorrer hacia atrás todo el largo de tu calle para verte sonreír por la ventana. No quiero más saltar al vacío si no vas a tirarte conmigo, no quiero huir a sitios, no quiero madrugadas que no me cuesten 3 días de resaca, no quiero que no tengamos más delirios. No quiero más bombas, no quiero no más intentos, no quiero más tú sin mí.

-No quiero volver a casa y echar de menos que no estás tumbada en la cama, no quiero ver parejas bailando en los huecos que no estamos, no quiero ver miradas fugaces de desconocidos que se conectan. No quiero salvar a nadie, no quiero que me salven, no quiero esperanzas que se cobren el mes que viene, no quiero plazos, no quiero instantes, no quiero no ser tan cobarde. No quiero volver a decirte que no estás inundando la ciudad, que no es lo mismo mojarse sin estar acompañado, que esta puta ciudad huele a ti. No quiero más paseos nocturnos de vuelta a casa cantando en bajito nuestra canción, no quiero cenas para uno cocinando lo que cocinabas para dos. No quiero escribir otros libros, no quiero escribir otras canciones, no quiero no saber escribirte “adiós”. No quiero vuelos de falda que no me dedique tu culo, no quiero no imaginarme contigo, no quiero imaginarme sin ti. No quiero encuentros no fugaces y apretados, no quiero coches no incendiados, no quiero que no me prendas fuego a mí.

Y dijimos a la vez. “No quiero que no estés”.

            @Iagocampa                                    Iago de la campa

miércoles, 7 de mayo de 2014

¿De quién te acuerdas cuando te olvidas de todo?

Estoy en la cima de mi mundo, y esa claridad del horizonte eres tú, y ya en la noche yo.
Escuché que solo tenemos ojos para lo que nos ciega, será por eso que solo beso a las chicas que me dicen que somos imposibles, son ellas esos insomnios que solo son no dormir por querer estar más tiempo despierto contigo, y no querer no despertar de estar despiertos en cualquier rincón. Si el objetivo de la distancia es echar de menos, echar de más es distanciarse del objetivo, y mi único objetivo es tenerte a un centímetro. Tenías razón en eso de que se olvida más por desgaste que por distancia pero también que recuerda más el roce que las palabras, y palabras con derecho a roce no nos faltan.

Lo único que me preocupa del futuro es no llegar vivo a él, porque tú si tienes que venir vendrás. y si te tienes que ir te irás, yo aún no aprendí a llegar sin haberme ido, pero si irme sin llegar, y para tus dudas las margaritas en Galicia siempre te responderán con una pregunta más. Solo nos quedará aprender que callando también se tiene la última palabra, la que no se dice, la que gana las guerras por el quien quiere más. Lo malo es que no sé cuando callarme, y si me apuras tampoco se me da bien ganar.

-¿De quién te acuerdas cuando te olvidas de todo?

Y tuve la última palabra y me callé. Y pensé en ti.

           
@Iagocampa                                                                          Iago de la campa

domingo, 16 de marzo de 2014

Distancias y desgastes.


“Dejémoslo en que ninguno de los dos tiene la culpa de que no sueñe con él por las noches.” Y que tiene razón, ¿qué culpa tiene ella de que no lo pueda querer como quiso a otros?, aunque le dé todo lo que él pueda darle, hay heridas de idiotas que no se olvidan aunque te claves clavos en cada uno de tus lunares.
Que la nostalgia es lo más productivo que nos ha pasado a todos, pero que no siempre es rentable, que hay lágrimas que ahogan y lágrimas que secan la sed que dejan los desastres.

Yo sé que tú querías querer a todos con amor en bruto, de ese que deja “casa” como si hubieran pasado miles de huracanes. Pero que no se puede morir por todos igual, que aunque sea la misma sangre no todas las heridas sangran en la misma cantidad, y que hay muchas formas distintas de darles puntos a los cortes. Y que se hace rutina extrañar a menudo, ir mejorando y que el corazón ya solo duela cuando late, que hay conversaciones en stock para ti, cuando no sepamos como salir.

La pasión no se pierde con los años, se pierde con los daños,  y es jodido encontrar a alguien que ponga patas arriba tu mundo, que te haga ver las cosas a ciegas, y que te haga saltar desde todas las azoteas de las que ella se quiera lanzar.

 No vuelvas a decir que no te enamoras para no llorar, porque me pienso beber hasta la última gota que me acabe de ahogar.

                @Iagocampa                                                                          Iago de la campa

domingo, 9 de febrero de 2014

"Me asusta y a la vez quiero que pase"


Me dijo “me asusta y a la vez quiero que pase” y eso supongo que es enamorarse. El miedo por el miedo a quererse los defectos, el miedo a no estar solo y ser la kriptonita de otro. A no saber empezar las cosas que se pueden acabar, a levantar el corazón del sofá. A equivocarse muchas veces con veranos con fecha de caducidad, por el temor a que en septiembre llegue Navidad. A que mis duchas sepan más de frases que no te he dicho, que de frases que te dije. A pensar que solo cuando nos cansemos de medir las distancias con metros y las empecemos a medir con besos, empezaremos a estar de acuerdo.
Nosotros como en Big fish nunca hablamos de lo que no hablamos, ni de chicos que no son yo, ni de chicas que no son tú, que prueban nuestros labios. Nos ahorramos los malos tragos de los sábados de imaginarnos con otros al lado. De no extrañarnos más de lo que podemos soportarnos, del odiarnos por dar demasiada importancia a lo que hablamos.

Pero queremos que pase, para que nunca más nos pasemos de largo. Para dejar de hacernos el amor en la práctica y hacérnoslo en el acto. Para hacer pegados todas esas  noches que  las pasamos hablando alejados, para dejar que una pantalla sea la única que vea la sonrisa que me produces cada vez que te leo de lado. Queremos que pase porque querernos no es tan complicado, porque si yo te odio y tú me odias, menos por menos nos da que cada día vamos sumando. Que encontrarnos solo es que cada uno de nosotros de dos pasos mal dados, que tengo noches que duran fines de semana para ti desde el día que nos presentaron. Que quererte antes de tocarte me lo tengo chapado, que quiero dejar de conocer la luna a kilómetros y conocerla a centímetros… que los dos sabemos que tú necesitas a alguien como yo y yo te necesito a ti.

Que tienes las razones para que te asuste y para querer que te pase, pero yo prefiero que te pase y si es conmigo será más dulce el desastre.

                @Iagocampa                                        Iago de la campa

martes, 28 de enero de 2014

Capitulo 3

Pasaron 3 días, 4, 5 y 2 semanas, y ellos no se separaban. Se habían dejado de conocer durante tanto tiempo que ahora el tiempo corría y ellos hacían todo lo posible por conocerse más en cada momento. Iban por la calle y se preguntaban cualquier cosa, veían un puesto de helado y durante dos horas hablaban sobre los que les gustaban y los que no, sobre en que sitios los solían comprar y en cual irían juntos. Que eran debates encarnizados de risa mirándose a los ojos, que a él le encantaba la vainilla y solo le gustaba la nata cuando la probaba de sus labios. Por lo general coincidían en casi todo, eran las personas más distintas, más complementarias que había, si a ella le gustaba una comedia romántica a él le gustaban los actores que salían, si él quería ver una peli mala ella le distraía y lo convencía de que solo la escucharían que la actriz principal era ella y la escena era una escena de sofá en la que solo faltaban poner velas. Que los dos creían que la única forma de quererse de verdad era conocerse, que la única forma que podían enamorarse el uno del otro era queriéndose los defectos, era llegar al ocaso de las taras, acabar gustando lo que no les gustaba.
Pero estas conversaciones a veces se volvían discusiones porque eran cabezotas, porque sabían hablar, pero odiaban perder y si Mar le decía que el mejor disco de Sabina no era Mentiras Piadosas él explotaba y de broma susurraba con algo de volumen para que lo escuchara… “Ese disco va a ser la Banda Sonora de los mejores viajes de tu vida”. Ella no le hacía caso, pero llego un momento en que no recodaba ningún sitio al que no fuera en coche en que no lo identificara con “Y si amanece por fin”.

Ellos tenían claro que como dice la canción que de ellos dependía que hoy por la mañana siguiera siendo ayer noche y por eso cuando él veía su cara los lunes por la mañana recién levantada era porque la última vez que la vio acostarse fue el viernes de madrugada.

@iagocampa                                                    Iago de la campa

martes, 21 de enero de 2014

Capitulo 2

Ella se llamaba Mar, y os juro que no era por el azul de sus ojos, ni de los charcos que le encantaba atravesar. Era despistada, pero de ideas claras, ya sabéis eso de que creía en sus pasos. Era un metro sesenta y cinco de amor agazapado, era una canción de domingo cuando la escuchas en sábado. Morena, su pelo caía hasta debajo de sus hombros, algunos pensaban que la caída de su pelo era la única caída que querían sufrir en su vida, que saltar al vacío no era nada, si caías por su espalda. Su espalda, era como si tocarás todos los días una guitarra y no desafinara, era como saberse cada piedra de un camino y cada vez que lo cruzas te parece uno totalmente distinto. Casi nunca era tímida y casi nunca pensabas que respiraba. No era nervios, no era una chica delicada aunque pareciera sacada de revistas con una gran tirada. Calzaba más de un 36 que es un 37, y sus piernas andaban con la seguridad de que solo sujetas el momento que pasa.

Nadie sabía porque pero no había nacido en verano aunque lo pareciera, aunque cada parte de ella era un Julio que no sabe llegar a Agosto, aunque las gafas de sol fuera lo último que se quitaba cuando llegaba a casa. Nació en octubre, los meses de otoño en que nacen los amores que atraviesan inviernos, que hibernan por momentos. Estudiaba derecho, algunos de sus ex, le decían que estudiaba derecho para defenderlos de ella misma, de sus prisas y de comerse el mundo cada vez que le apetecía.


Aunque no tardo nada en ir a bailar con el, no era tan fácil de conquistar como parecía. No era la mítica chica guapa que se muere por que alguien se le acerque porque los intimida. Si ella quería algo lo conseguía. No era prepotencia era seguridad de verse envuelta, en los asuntos que ella quisiera.

El se llamaba Nicolás y le llaman Nico para abreviar. Llevaba barba y el pelo descuidado, las manos tajadas de tocar la guitarra. No era muy alto pero era más alto que ella y con eso a el le bastaba para picarla en los días en que no pasaba nada. Desde pequeño quería ser bohemio, le daba vergüenza ser el protagonista de las historias que escuchaba y por eso se dedicaba a contarlas. Era de los que pensaban que cualquier día de estos iba a pasar algo, que cualquier brisa de viento se convertiría en tornado y quizá así lo llevaran volando. Veía corazones en la cabeza de la gente paseando y aunque no hiciera nada, siempre estaba planeando algo.
Tenía los ojos oscuros, sin más, oscuros. Y era todas las eternas promesas que se piensan en la cama de noche.

Decía que estudiaba la vida, mientras trabaja en cosas que no le apetecían, para grabar canciones con gente que no las entendía, para invitarla a bailar al menos ese día.

Para el las presentaciones no se merecían la importancia que le daban. Que las buenas impresiones solo eran superficiales, que para conocer de verdad a alguien había que aprender a mirarlo a plena a vista, y a escucharlo sobre todo cuando las cosas dolían, pero también en los días que a nadie querían.

Ellos no supieron sus nombres hasta la 3º cita. El 4º baile y el 2º beso que por la comisura de los labios de ella caía justo en el momento en el que él de casualidad se lo recogía.

Iago de la campa  @Iagocampa

lunes, 20 de enero de 2014

Capitulo 1


Eran como escapar siempre hacia atrás mirando hacia adelante, cometer todos los errores del pasado, cada día, cada tarde, cada vez más temprano. Lo hacían con otras personas, ni se conocían y después decían que no había momento que no se habían estado esperando. Él creía en el destino y ella creía en sus pasos, no se dieron cuenta que caminaban siempre hacia atrás y queriendo ir a roma, llegaron a amor.

Ni si quiera os he contado como tomaron contacto. Ella rifaba corazones en la playa donde el sol doraba todos los veranos sus años, él tocaba la guitarra, ¿cómo no? Y siempre canciones de amores baratos, que no se cansaban, que no cogían el teléfono para llamarnos.
Todo el mundo creía que ella era la diana de todas las miradas que caían, que se perdían entre arena y agua, pero ella era el dardo. Él se refugiaba en las cosas que no se decían, en piropos que desobedecía, en querer siempre menos que el contrario. Y chocaron.

Él la vio y recibió el dardo, le pregunto que con cuantas canciones de amor podría sacarla a bailar un rato. Ella contestó que era más de canciones de desamor, que no se guiaban por lo que podría haber pasado, si no por lo que sucedía. Que si quería sacarla a bailar que hiciera una noche del día, que entre arena y sal solo bailan los enamorados, y a ella aún le falta un cubata para decirle que él si era tan guapo y que ella no lo era tanto.

Tocó 3 canciones,  a la media él estaba colgado de esos ojos que miraban sus manos. A la segunda ella estaba pensando en cómo empezar una conversación  cuando terminara de tocar en la que él la acabara besando y ella se lo pusiera difícil para que no se lo creyera demasiado. La tercera canción fue de cortesía para el público que sostenía los vértices de lo que estaba pasando, para los amigos de el que estaban flipando, para las amigas de ella que estaban suspirando.

Se fueron y se ducharon, fue su última ducha por separado, quedaron en 1 hora para cenar risas y algún roce que fuera marcando las horas de un reloj que ya se había parado.

Por supuesto que fueron a bailar y por supuesto que desde ese momento decidieron que no se iban a volver a despegar. Como en la canción de Suarez cada paso era un apriétame más, y no se daban cuenta que hace unas horas no se conocían, que estaban perdidas ya sus memorias. Él la tenía dibujada a ella en su pupila cuando cerraba los ojos por las luces de cualquier discoteca y ella era el dardo que se había clavado en su pecho pidiendo otra melodía, un me-dolía que empezaría esa noche y que abarcaría más capítulos de esta historia.
Iago de la campa  @Iagocampa